Carta


Todo lo que quise se vio encarnado en ese hombre perfecto, intacto. En el calor de sus brazos, en la quietud de la fusión de nuestras almas; y el dolor llega a mí al reconocer que el vínculo no existe más. Lloro al reconocerme tan herida, tan llena de adoración, de incondicional pasión hacia aquel ser frágil a veces, fuerte todo el tiempo, bellamente silenciado por el ardor del tiempo y la entrega.

Mi amor, colocado en las nubes para dejarlo caer como gotas que alcancen su piel, como la gloria líquida sumergida en su cuerpo, está temblando; yo estoy temblando, tiritando de locura, del frío que deja su ausencia.

No puedo pedir que vuelva, porque creo que tampoco quiero que vuelva tan sádico, tan bajo, tan ruin, cuando yo conocí la pureza del alma humana, cuando encarnó a mi Dios y me poseyó infinitamente con su sola evocación. También me ahoga pensar que recuperará esa ternura, esa calidez, y entonces se la entregará a alguien que él piense que le adora más que yo, cuando eso es imposible, porque yo daría mi vida, todo lo que poseo, e incluso lo que no.

Pero tampoco lo impediría, porque tal vez lo viera sonreír, y entonces el mundo daría un gran respiro, porque un dios ha vuelto a la tierra, y su felicidad da sentido al movimiento de mis neuronas. Pero secretamente lloraría por no ser madre. Por no ser esposa. Por no ser la compañera del hombre al cual yo decidí atender.

Abrazo su recuerdo como alguna vez él me abrazó a mí, mentiría si digo que sin la esperanza de tener aquella sensación de nuevo, porque seguro que pagaría el precio, fuera el que fuere; pero ese abrazo no llegará más.
No más amor, sólo pérfido y sucio deseo.
Visago


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Virginia Sánchez (Visago)

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Virginia Sánchez González (Yucatán, 1990), Lic. en Teatro por la Universidad Veracruzana. Practicante y estudiosa del hecho teatral, participó en diversas obras de teatro como actriz de reparto y apoyo escénico entre los años 2008 y 2010; ha sido becaria del Curso de creación literaria para jóvenes de la Fundación para las Letras Mexicanas en conjunto con la Universidad Veracruzana en el año 2010, y posteriormente con la Universidad Metropolitana de Monterrey en el 2011, así como por el Instituto de Cultura de Yucatán y el FRCA Zona Sur para el Diplomado en Dramaturgia, Programa de cooperación e intercambio de la zona sur. Ha colaborado en la revista electrónica de Laboratorio escénico A.C. y Revista AEDA; actualmente continúa trabajando en el campo de la dirección escénica, dramaturgia y pedagogía.